MAS
DEBILIDADES
EL
PROBLEMA DE LAS DECISIONES «COMUNES»
El primer
problema práctico que encuentran quienes tratan sistemáticamente de aplicar la
postura tradicional en la vida cotidiana puede resumirse en lo siguiente: es
imposible. En algún momento, todos abandonan el enfoque de la postura
tradicional para tomar decisiones. Esto puede parecer una afirmación atrevida,
pero uno mismo puede comprobarla con esta sencilla prueba: Durante la semana
que pasó, ¿en qué porcentaje de las decisiones que hiciste tuviste la certeza
de conocer la voluntad individual de Dios de antemano? No pases por alto esa
clase de decisiones como qué camino tomar para ir al trabajo, qué asiento
ocupar en la iglesia, qué zapato colocarte primero a la mañana y qué frutas
elegir en la tienda de comestibles.
Tales
decisiones y cientos de otras como esas, se toman cada semana. Los oradores o
escritores acerca de la voluntad de Dios con frecuencia afirman: «La voluntad
de Dios para su vida es tan detallada que usted puede esperar su divina
orientación ante cada decisión». Esa frase encaja perfectamente con la postura
tradicional.
Sin
embargo, en las decisiones pequeñas y al parecer insignificantes, la guía
específica no parece materializarse. Aquellos cristianos sinceros que intentan de
manera consciente buscar la dirección de Dios para cada decisión o se dan por
vencidos a las pocas horas o terminan en un grupo marginal místico. Como
resultado de ello, en las pequeñas decisiones donde no hay órdenes al respecto,
casi todos los cristianos por lo general toman esas decisiones sobre la base de
lo que les parece mejor en el momento. Esto no cuadra con la enseñanza de la
postura tradicional, pero es el único enfoque llevadero.
EL
PROBLEMA DE LAS OPCIONES IGUALES
El segundo
problema práctico que plantea la postura tradicional es el tema de las
alternativas iguales. En muchas de las decisiones que enfrentamos, dos o más de
las opciones parecen ser de igual valor, lo que hace que la decisión sea más
complicada. En pro de la coherencia, la postura tradicional enseña que tales
casos de igualdad son solo aparentes. Una opción y solo una es la voluntad de
Dios.
Una vez
más vemos que las decisiones pequeñas son las que más revelan la fragilidad de
la postura tradicional. La razón es sencillamente que en las decisiones pequeñas,
las opciones se asemejan más y con mayor frecuencia son iguales. Analice el
tema de vestirse por la mañana. «¿Qué par de zapatos debo ponerme?» «¿Cuál de
los tres pares de calcetines marrones debo
escoger!» «¿Qué zapato debo ponerme primero» y podríamos
continuar. ¿Son iguales las opciones? Eso parecen. ¿Tiene importancia la
decisión final? Probablemente no. Sin embargo, a los fines de la coherencia, la
postura tradicional debe decir que, en principio, tiene importancia.
Mientras
la incapacidad de explicar y tratar con alternativas iguales resulta evidente
en las decisiones pequeñas, también afecta a las más importantes. Porque hay
situaciones, en que las opciones en una elección importante parecen ser
iguales. En esos casos, la persona que está convencida de la postura
tradicional se siente paralizada y el nivel de frustración aumenta. En vez de
gozarse de tener dos alternativas buenas, siente ansiedad porque piensa que
perderá la voluntad de Dios. La ansiedad crece porque ambas opciones parecen
buenas, pero solo una debería considerarse la correcta.
EL
PROBLEMA DE LA INMADUREZ
Una
tercera dificultad práctica de la postura tradicional es la incapacidad para
enfrentar la inmadurez por parte de quien toma las decisiones. ¿Qué podemos
decirles, por ejemplo, a los dos jóvenes que se conocen en un retiro de fin de
semana de la universidad y anuncian al final que Dios les ha revelado en su
corazón que desea que se casen? ¿Qué consejo podríamos darle al joven que está
por abandonar la escuela bíblica a mitad del segundo semestre porque siente que
el Señor lo ha llamado a un ministerio de tiempo completo en evangelismo? Ninguna
de esas decisiones son antibíblicas, pero los cristianos más maduros podrían
tener buenas razones para sentir aprehensión por las consecuencias a largo
plazo. Los amigos preocupados podrían sentirse impulsados a acercarse a estos
jóvenes y aconsejarlos a que esperen un poco antes de seguir adelante con sus
respectivos cursos de acción. Podrían darles buenas razones para que
consideraran planes más sabios; pero si el factor final y determinante al tomar
la decisión es la convicción de que «Dios me dijo que lo hiciera», poco podemos
argumentar.
Con Dios
no se discute
El
problema se complica cuando los cristianos justifican su conducta necia ante
los demás diciendo que fue la decisión de Dios y no la de ellos y así, en forma
inadvertida, la postura tradicional tiende a alentar la inmadurez porque brinda
un medio para defender la conducta poco sensata que no puede ser verificada ni
criticada por los demás.
También
existen varias otras formas por las que la postura tradicional promueve la
inmadurez. Con frecuencia se enseña que no debemos tomar una decisión hasta que
contemos con la certeza de la dirección del Señor. Debemos tener cuidado de no
«adelantarnos al Señor» en esos asuntos. Coincido en que no debemos
precipitarnos, en especial al tomar decisiones importantes, pero con frecuencia
se producen dilaciones porque quien toma la decisión no está ciento por ciento
seguro de la voluntad individual de Dios. Mientras la postura tradicional lo
llama «esperar en el Señor», pronto comienza a verse como una indecisión común
y corriente.
La
postergación innecesaria puede tener al menos dos consecuencias indeseables. La
primera es la pérdida de un tiempo valioso. En algunos casos, el tiempo es un
factor importante en la ejecución de una decisión que debe tomarse. El tiempo
perdido para tomar una decisión le resta tiempo a la ejecución.
La segunda
consecuencia relacionada es que las circunstancias pasan a dominar la decisión
cada vez en mayor grado. Al pasar el tiempo, pueden eliminarse algunas
alternativas o las circunstancias que rodean a la decisión pueden alterarse, lo
que forzará a quien toma las decisiones a realizar ajustes que no hubieran sido
necesarios si hubiera actuado antes. Esperar mucho para comprar un boleto de
avión limitará nuestra posibilidad de conseguir un pasaje más económico en el
vuelo más conveniente.
La
subjetividad toca muchos aspectos de la experiencia religiosa. Personas de
convicciones ampliamente divergentes e incluso contradictorias dan testimonio
de experiencias personales que parecen ser similares. Y, sin embargo, la
presunta causa de las experiencias difiere según sea la perspectiva religiosa
del informante de turno. Lo que se necesita es un patrón de medida objetivo con
el que se puedan evaluar estas aseveraciones. En el área de las decisiones y la
voluntad de Dios, la falta de dicha fuente objetiva de conocimiento constituye
la mayor debilidad en la aplicación de la postura tradicional.
La palabra
subjetivo puede tener varios significados positivos o neutrales. Puede referirse a la mente y a los
sentimientos en contraste con los objetos externos. O puede significar personal
en contraste con lo impersonal. Sin embargo, en este capítulo usaré la
expresión subjetivo en el sentido técnico de una opinión que no puede
sostenerse con una fuente de verdad objetiva. La connotación del uso que le
damos es negativa y apunta a un error de la postura tradicional.
A modo de
ilustración digamos que dos hombres vieron un accidente en en el juicio del
conductor. El punto en cuestión es definir si el auto excedía la velocidad
máxima permitida de 40 km/h cuando atropelló a la persona.
El primer
hombre que vio el accidente desde la esquina es testigo de cargo. Cuando se le
solicita que estime la velocidad del automóvil previa al impacto responde:
«Creo que el auto iba por lo menos a 60 km/h».
El abogado
de la defensa lo interroga: «Mi cliente insiste en que no iba a más de 40 km/h,
¿por qué está usted tan seguro de que iba a 60 km/h!» «Yo puedo estimar la velocidad a la que va un
vehículo -responde el testigo-, y estoy seguro de que iba a 60 km/h o más.»
El otro
hombre que vio el accidente desde su automóvil, da su testimonio para la
defensa. «Yo venía detrás del auto en cuestión desde hacía varias cuadras.
Justo antes del accidente le comenté a mi acompañante lo difícil que es
mantener la velocidad por debajo del límite permitido en las zonas
residenciales. Le comenté que si no fuera por el auto que me precedía
probablemente estaría excediendo la velocidad permitida. Ambos observamos el
velocímetro y notamos que íbamos por debajo de los 40 km/h. En ese momento,
ocurrió el accidente».
No hay dudas
de que el jurado desestimará de inmediato el testimonio del primer hombre
debido a la subjetividad. Por el contrario, el testimonio del segundo hombre
tiene crédito porque su juicio estuvo basado en un elemento objetivo (el
velocímetro) por el que se pudo determinar la verdad.
Dios nos
ha provisto de dos fuentes objetivas para poder conocer de manera cierta su
voluntad: su Palabra y la revelación directa por parte de él. Sin embargo, la
postura tradicional no alega que la voluntad individual de Dios se pueda
conocer por alguna de estas dos fuentes. La Biblia solo revela la voluntad
moral de Dios, pero su voluntad individual es mucho más específica. Y la
revelación directa (la comunicación verbal de Dios con el individuo) no debe
procurarse ni esperarse. De manera que cuando alguien que sostiene la postura
tradicional afirma: «He descubierto la voluntad de Dios acerca de la escuela a
la que debo asistir», no está diciendo que recibió una revelación sobrenatural ni
tampoco que halló esa indicación en una frase de las Escrituras. Lo que veremos
es que la postura tradicional descansa prácticamente por completo en elementos
subjetivos para determinar la voluntad individual de Dios en cuanto a una
decisión específica. Y eso crea un tremendo dilema: ¿Cómo puede la postura
tradicional obtener un conocimiento cierto de la voluntad individual de Dios
sin una fuente objetiva de conocimiento?
Si la
fuente de nuestro conocimiento es subjetiva, el conocimiento también será
subjetivo y, por lo tanto, incierto.
Demos una
nueva mirada a los medios expuestos por la postura tradicional para discernir
la voluntad de Dios. ¿Cómo se comunica la voluntad individual de Dios? El
elemento clave es el Espíritu de verdad que nos guiará (Juan 16:13). Uno de los
ministerios del Espíritu en la vida de los creyentes es el de “guiarnos “
(Romanos 8:14; Gálatas 5:18). Los medios por los que lo hace se describen de
diversas maneras dentro de la postura tradicional: un silbo apacible, una voz
interior, una impresión interna, un deseo interior, un impulso orientador, una
sensación o impresión interna, entre otras.
La postura
tradicional no iguala esas sensaciones interiores con la revelación sobrenatural.
La revelación divina que recibieron Ezequiel o Pablo fueron mucho más definitivas
y fidedignas que la orientación individual que los creyentes reciben hoy en
día. Es más, la postura tradicional enseña a los cristianos que deben evaluar
las sensaciones interiores con otras “señales” porque muchas veces la sensación
interior es sumamente imprecisa. Todos los que han encarado el tomar decisiones
de esta manera han padecido la falta de claridad. Y el sentido de ambigüedad no
se disipa de ninguna manera por etiquetarlos como “sensaciones del Espíritu Santo”,
porque la primera pregunta que formula el que busca con sinceridad la voluntad
de Dios es: “¿Cómo puedo saber si estas impresiones son de parte de Dios o de
otra fuente?”.
Este es un
interrogante crítico porque las sensaciones se pueden producir por diversas
fuentes: Dios, Satanás, un ángel, un demonio, las emociones humanas (como el
temor o el éxtasis), el desorden hormonal, el insomnio, los medicamentos o una
descompostura estomacal. Las sensaciones pecaminosas (las tentaciones) pueden
salir a la luz como tales por la conciencia que el Espíritu y la Palabra de
Dios sensibilizó. Sin embargo, aparte de eso, nos encontramos con un lodazal
subjetivo de incertidumbre. En las áreas que bíblicamente no tienen órdenes
expresas', las Escrituras no brindan pautas orientativas para distinguir la voz
del Espíritu de la voz del yo, u otra «voz» posible. Y la pregunta surge en
primer lugar). Además, la postura tradicional requiere que la fuente de esas
sensaciones se identifique si el creyente quiere discernir la orientación
divina. Una tremenda frustración es la que experimentan los creyentes sinceros
que buscaron de todo corazón, más sin resultado alguno, lograr descifrar el
código del testigo interior.
Las
sensaciones interiores no son una forma de revelación. Por eso la Biblia no
autoriza a las sensaciones interiores para que funcionen como indicadores de la
dirección divina. Las sensaciones son impresiones reales; los creyentes las
experimentan. Sin embargo, las sensaciones no están autorizadas, no son
fidedignas. No constituyen la voz autorizada del Espíritu. Pueden ser útiles en
cuanto a señalar el camino a la sabiduría, pero en cuanto a su autoridad, las
sensaciones son solo sensaciones. Pueden ser «espirituales» o reflejar la
influencia del Espíritu, pero no son una revelación directa ni tampoco una
orientación autorizada. Las sensaciones o cualquiera sea el nombre que se les
dé, confunden el tema y desconciertan al creyente al tomar decisiones. Las
sensaciones son solo eso: sensaciones.
FIN SEGUNDA PARTE.
3 comentarios:
No tardes mucho en sacar la 3ra parte me esta gustando, ojala hubiera tenido claras estas ideas para algunas decisiones, y menos mal que para otras el conflicto ya no existía ;)
hay muchas cosas que me gustaron de esto y creo q son realidad. una de ellas es el hecho de tener gozo cuando hallamos mas de una opcion buena, a causa de la incertidumbre de cual es la voluntad perfecta de Dios. creo q a veces no hemos puesto atencion a un libro hermoso de consejos que es proverbios. vemos q la sabiduria es algo q resalta mucho en este libro.... viene de BIN quiere decir entender:-apto, atento, buscar, caso, comprender, comprensión, conocimiento, considerar, cordura, darse cuenta, discernimiento, discernir, docto, enseñar, entender, entendido, entendimiento, instruir, inteligencia, maestro, mirar, observar, prestar atención, prudente, respetar, saber, sentir.
simplemente para ampliar nuestro concepto de la palabra. para q en la toma de decisiones, tengamos en cuenta la importancia de hacerlo con sabiduria.... esto implica algo que el chapac nos ha estado pidiendo jejeje usar la cabeza!!!
toda esa reflexion ha traido mucha libertad a mi vida :) me hago responsable de las decisiones que tomo, y las que elijo... espero la tercer parte Chapaquito. Agradezco a Dios por tu vida y tus enseñanzas.
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