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jueves, 24 de noviembre de 2011

LA FAMOSA VOLUNTAD "PERFECTA" DE DIOS PARTE 3


LA TESIS.

PRINCIPIOS PARA TOMAR DECISIONES
EL CAMINO DE LA SABIDURíA

1. Cuando Dios ordena algo, debemos obedecer.

2. Cuando no hay una orden, Dios nos da la libertad (y la responsabilidad) de escoger.

3. Cuando no hay una orden, Dios nos da sabiduría para elegir.

4. Cuando hemos escogido lo que es moral y sabio, debemos confiar en que el soberano Dios hará que todos los detalles obren para bien.

En el clásico libro de C.S. Lewis, The Silver Chair (La silla de plata), estaba en juego algo mucho más importante que la nota de un examen. El gran León Aslan le asignó a Jill y a Eustace la tarea de hallar al príncipe perdido. En esta aventura llena de peligros contarían con la ayuda de Puddleglum, el Marshwiggle (una criatura imaginaria). Aslan les promete tener éxito si siguen con cuidado cuatro señales. Esas cuatro indicaciones debían ser aprendidas, memorizadas, creídas y obedecidas. Tenían que ensayarlas todas las mañanas, todas las tardes y mientras iban por el camino. Se les dice que nada más importa. El mundo a su alrededor podrá ser engañoso, pero si creen en las señales podrán avanzar con éxito. En un momento emotivo del libro, el príncipe perdido pide algo “en el nombre de Aslan”, (la última señal) Temen obedecer, pero Puddleglum sabe lo que debe hacer, viva o muera. Confiando en la promesa de Aslan actúa ante el ruego del príncipe. El malvado encantamiento se rompe Y ¡el príncipe es rescatado!

Ya sea que estemos haciendo un examen o rescatando a un príncipe cautivo, seguir las instrucciones es la clave del éxito. El mismo principio se aplica a nuestra vida espiritual. Las instrucciones de Dios son siempre justas y resisten una lectura minuciosa. Esas instrucciones, claramente establecidas en la Biblia, constituyen la voluntad moral de Dios.

La voluntad moral de Dios es la guía perfecta y completa para la fe y la práctica del cristiano. La mayoría de los libros cristianos se ocupan de la voluntad moral de Dios. Los comentarios bíblicos interpretan la voluntad moral de Dios tal como está en las Escrituras. Los libros sobre teología y doctrina organizan la voluntad moral de Dios en varios temas y categorías. Los libros sobre ética luchan con la aplicación adecuada de la voluntad moral de Dios a las situaciones complejas de la vida real. Los libros de meditaciones nos inspiran a seguir la voluntad moral de Dios en la vida diaria.
2”
En Romanos 2:18. Dirigiéndose a los judíos incrédulos, el apóstol Pablo dijo: “tú que conoces su voluntad... porque eres instruido por la ley” En esta declaración, Pablo no podía haber estado hablando de la voluntad soberana de Dios (que no puede conocerse), ni de su voluntad individual (que ni se revela en la ley ni la descubren los creyentes). En cambio, Pablo estaba hablando de la voluntad moral de Dios. Eso es porque en la ley, la voluntad moral de Dios y sus requisitos son revelados a todos los judíos, tanto creyentes como incrédulos.

De nuevo, en 1 Tesalonicenses, Pablo equipara en forma directa la voluntad de Dios con las órdenes  morales específicas. Por ejemplo, la santificación de  la vida, incluso la pureza sexual, se llaman “la voluntad de Dios” (4:3) y “den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (5:18). (La “voluntad de Dios” puede en realidad acompañar a toda la lista de órdenes escuetas que preceden de forma inmediata la orden de dar gracias (5:12-17).

LA MORAL ES BUENA PERO EL AMOR ES MEJOR
Elegí el término moral para describir la voluntad revelada de Dios. Podría haber empleado otra palabra para describir este aspecto de la voluntad de Dios: una palabra usada por Jesús cuando fue duramente presionado por sus oponentes:

Y Él le dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE.
Este es el grande y el primer mandamiento.
Y el segundo es semejante a éste: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.
De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.  (Mateo 22:37-40 LBLA).

La palabra clave es, por supuesto, amor .Cada mandamiento de la voluntad moral de Dios es una expresión específica de la gran orden de amar. El amor es la base y la motivación para todas las otras órdenes. Nuestro amor por Dios y las personas es la base para “toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40). El mayor mandamiento no es el primero en importancia, pero todos los demás “depende de él”. Como lo expresa el apóstol Pablo: “Quien ama al prójimo ha cumplido la ley (Romanos 13:8)” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 5:14)”. En resumen alguien llego a la siguiente conclusión: “La ley es lo que haría el amor”.

¿Cómo podemos entender esta orden de amar en términos prácticos? Jesús lo declaró de esta manera en su famosa regla de oro: Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.” (Mateo 7:12).

La guía que Dios provee a través de su voluntad moral es más penetrante de lo que muchos creen. La abundancia de esta provisión es vivamente apreciada cuando exploramos las cuatro facetas distintivas de la voluntad moral de Dios.

DE TAL PADRE TAL HIJO
Primero, la voluntad moral de Dios es la expresión, en términos de conducta, del carácter de Dios. Quizás, la declaración más sucinta de la expectativa divina es la cita de Pedro del imperativo del Antiguo Testamento: «Sean santos, porque yo soy santo» (1Pedro 1:16; Levítico 11:44-45). Ahora bien, ¿cómo puedo guiar mi vida para llegar a ser «santos en todo lo que hagan» (1 Pedro 1:15)? Obedeciendo la voluntad moral de Dios, la cual como Dios mismo, es «santo, justo y bueno» (Romanos 7:12). Para decirlo de otra manera, los hijos de Dios deben demostrar el parecido familiar siendo obedientes a la voluntad del Padre (Efesios 5:1; 1Juan 5:3).

Resulta irónico que lo que Satanás procuró usurpar (“Seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:14)) y tentó a Eva a procurar (“llegarán a ser como Dios” (Génesis 3:5)) ha sido parte del designio de Dios para la humanidad desde el principio. Siendo creados a la imagen de Dios, Adán y Eva ya eran “como Dios”. Su propósito para ellos era que reflejaran la semejanza del Creador a un nivel finito (Génesis 1:26-31).

No es menor el propósito que define a la «nueva criatura» de Dios (2 Corintios 5:17) que por medio de la actividad redentora y regeneradora del Altísimo, está siendo progresivamente renovada y al final se ajustará precisamente a la imagen del Creador (Colosenses 3:10; Romanos 8:29). La capacidad y los recursos que la gente necesita para manifestar el carácter de Dios han sido garantizados por su divina gracia (2 Pedro 1:3-4). En consecuencia, una de las motivaciones más frecuentes y fundamentales para la vida piadosa en el Nuevo Testamento es el recordatorio de cómo es Dios. En forma específica, los siguientes rasgos están entre los que deben caracterizar al creyente porque están presentes en el Altísimo: santidad (1Pedro 1:15-16), justicia (1Juan 3:7); pureza (t Juan 3:3); amor (Efesios 5:1-2); perdón (Colosenses 3:13); compasión (Lucas 6:36); perseverancia (Hebreos 12:2-4), sumisión (1 Pedro 2:21-24), humildad y obediencia (Filipenses 2:5-8), bondad (Lucas 6:35) y generosidad al dar (2 Corintios 8:1-9).

Segundo, Dios en su gracia nos ha dado a conocer su voluntad moral, que está revelada en su totalidad en la Biblia, nuestra absoluta e inapelable autoridad para la fe y para la práctica (2 Timoteo 3=16-17; Hebreos 1:1-2). Tuvo autoridad para Jesucristo (Mateo 4:4-10; 5:18; 22:29) y sus apóstoles (2 Pedro 1:19-21). (Ver “preguntas frecuentes” al final del presente capítulo donde ampliaremos el tema.)

Tercero, si la voluntad moral de Dios es la expresión de su carácter, entonces deberíamos esperar que gobernara mucho más que solo la conducta exterior. Los imperativos de la voluntad moral de Dios afectarán todos los aspectos y las situaciones de la vida porque prescriben los objetivos, motivos y actitudes del creyente tanto como sus acciones. Por decirlo de otra manera, Dios no solo se preocupa de lo que hacemos sino que le preocupa de la misma manera por qué lo hacemos y cómo lo hacemos. El propósito, el proceso y el producto, todo está dirigido por su divina voluntad moral. Es más, le da forma a la perspectiva de la realidad que tiene el creyente, lo que sirve de contexto para que tome las decisiones.

EL FIN Y LOS MEDIOS
Estas generalidades se comprenden mejor a través de las cosas específicas. De manera que daremos una mirada más cercana a la orientación que Dios nos ha dado en las Escrituras en cuanto a nuestras metas, nuestras actitudes y nuestros medios para conseguir nuestros objetivos, además de nuestro cuadro de referencia para tomar decisiones.

Los objetivos o metas, por naturaleza, son más generales que las órdenes acerca de la conducta. En las Escrituras, los objetivos primarios del creyente reflejan los propósitos divinos para sus hijos durante su vida en la tierra. Un buen ejemplo de la voluntad de Dios en cuanto a nuestros objetivos la hallamos en 1 Pedro 4:10-11:

Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Aquí, la meta final del creyente es glorificar a Dios en todas las cosas ( 1 Corintios 10:31; 2 Corintios 5:9; Colosenses 1:10). Luego se establecen los objetivos intermedios para llegar a ese fin, como por ejemplo: el ministerio a los demás (“servirse los unos a los otros” 1 Corintios 10:23; Romanos 14:19) y el cumplimiento de las responsabilidades dadas por Dios (“como buenos administradores”; Efesios 5:22-6:9; Gálatas 6:9-10). Otras tareas importantes que se indican en otras partes incluyen la evangelización de los perdidos (1 Corintios 10:31-33; 2 Pedro 3:9) y la producción de fruto espiritual y buenas obras (Juan 15:8; 1 Corintios 6:12; Efesios 2:10; Colosenses 1:10). Dichas instrucciones establecen con claridad la voluntad moral de Dios para nuestra vida. Cuando el cristiano adopta esos imperativos como metas personales, cuenta con una orientación concreta que puede aplicarse incluso a situaciones que pueden no estar expresadas en forma directa en las Escrituras. Por ejemplo, al plantearse una oportunidad, el creyente puede discernir con claridad las opciones formulándose la siguiente pregunta: Si acepto esta oportunidad, ¿me ayudará o me dificultará para conseguir las metas dadas por Dios? De manera similar, una elección entre dos o más opciones debería generar este interrogante: ¿Qué opción potenciará al máximo el cumplimiento de mis objetivos espirituales?

Un segundo aspecto de la vida en el que recibimos la guía de la voluntad moral de Dios revelada es la de las actitudes. Las exhortaciones escriturales que requieren actitudes que honren a Dios son innumerables. El cuadro de más abajo solo representa una parte de estas instrucciones y se ofrece como motivador para el estudio personal del lector.
  
  
LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NUESTRAS ACTITUDES

ES
NO ES
PASAJES CLAVE
Amor
Lujuria
Marcos 12:28-31;Romanos 14:13-19;1 Cor.13:1-3; Rom.13:14
Dependencia
Independencia
Proverbios 3:5-6; Gálatas 5:16
Humildad
Orgullo
Santiago 4:6; Fil. 2:5.8
Gratitud
Engreimiento
Colosenses 3:17
Conciencia limpia
Culpa
Romanos 14:22-23
Integridad
Irresponsabilidad
Colosenses 3:17, 22
Diligencia
Dejadez
Colosenses 3:23
Entusiasmo
Coacción
1 Pedro 5:2
Generosidad
Egoísmo
1 Timoteo 6:17-19
Sumisión
Alabanza personal
1 Pedro 5:5-6
Valor
Cobardía
Juan 16:33, Mateo 10:26-28
Satisfacción
Avaricia
Hebreos 13:5, Filipenses

Una tercera área gobernada por la voluntad moral de Dios es la de los medios que los cristianos usan para lograr sus metas. La mayoría de las decisiones que permiten las Escrituras y la mayoría de las preguntas en cuanto a tomar decisiones y la voluntad de Dios, en realidad concierne a los medios para un fin; porque pocas de nuestras actividades se hacen porque sí. Estas forman parte de un proceso general por el cual intentamos cumplir nuestros planes. En ese sentido, una elección disparatada como qué calzado ponerse y escoger con quién uno ha de casarse son decisiones relacionadas con los medios. Ambas tienen que ver con el cumplimiento de los objetivos personales.

La voluntad moral de Dios para los medios adecuados para conseguir nuestras metas pueden agruparse en dos principios generales: primero, los medios deben ser bíblicamente legítimos; es decir que no deben apartarse de la voluntad moral de Dios revelada (Efesios 5:1-14); segundo, los medios deben ser sabios; es decir que el creyente no debe tomar una decisión que sabe que es necia (Efesios 5:15-17; comp. Lucas 14:28-32).

Como ninguna decisión se toma en forma aislada, el grado con el que procuramos metas piadosas con actitudes correctas y acciones sabias estará en gran medida determinado por nuestra perspectiva de la vida. En especial, el cristiano cuya visión del mundo está determinada por las Escrituras tendrá una conciencia de su propia identidad diferente de la del mundo. El conocimiento de ser amado por Dios con un amor que uno no hizo nada por obtener (y que tampoco puede perder, Romanos 8:31-39), hará que enfrente la vida con un profundo sentido de seguridad. La conciencia de que Dios lo ha equipado para participar de manera significativa en la concreción de sus propósitos divinos y eternos (Efesios 2:10; 1 Pedro 4:10-11) le brinda una visión clara de su valía personal. El fuerte sentido de seguridad e importancia en Cristo libera al cristiano de motivaciones de autopromoción al tomar decisiones y así puede concentrarse más en las necesidades de los demás (Filipenses 2:1-5).

Otros pasajes recuerdan al cristiano que tiene una tarea que cumplir para Dios dentro del territorio enemigo (Efesios 6:12), que la vida física en este mundo es preparatoria para la “vida real” en el cielo y que lo que invierte para Dios ahora será pagado con intereses más tarde (Mateo 6:19-21; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17). Y él reconocerá que las fuerzas invisibles y los recursos celestiales están involucrados a su favor siempre que busque cumplir la voluntad de Dios sobre la tierra (Hebreos 1:14; 11:1; 2 Reyes 6:16-17).

La voluntad moral de Dios insiste con que nos resistamos a permitir que el mundo moldee nuestro punto de vista (Romanos 12:2). En cambio, debemos «caminar por fe» (2 Corintios 5:7) y ver nuestra vida, y nuestras decisiones, a través de los «lentes» de la palabra de Dios.

 En resumen: como la voluntad moral de Dios prescribe nuestras metas, actitudes, acciones y perspectiva, toca así cada aspecto y situación de la vida.

 Por último, como la Biblia expresa el carácter de Dios, contiene la revelación completa de Dios en cuanto a la fe y la vida, y toca cada aspecto y situación de la vida, es capaz para equipar a los creyentes para toda buena obra. Esto lo indica de manera explícita el apóstol Pablo:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra (2 Timoteo 3=16-17).

En contraposición, las tradiciones humanas no tienen esta autoridad y con frecuencia desvían a las personas de la voluntad moral de Dios animándolos a violarla (Mateo 15:1-6; Colosenses 2:8,16-23).

LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE
Es la voluntad moral de Dios que cada persona crea en Cristo y tenga vida eterna. Es probable que su interés genuino en las cosas espirituales lo haya movido a leer este libro, pero no tiene seguridad de vida eterna. Creer en la existencia de Dios no alcanza; lo que se necesita es un corazón que confíe en Cristo. La diferencia es como quien cree en los médicos y quien confía en su médico para que lo intervenga quirúrgicamente. Lo primero es recomendable, lo segundo puede salvarle la vida.

Dios no tiene baja autoestima por lo que necesite el incentivo de muchas personas que afirmen que existe. La existencia de Dios no se alterará según sea el porcentaje de personas que creen o no creen en Él. El tema es el pecado del hombre. La santidad de Dios fue violada, y el castigo justo es la ira de Dios. El amor de Dios no pasa por alto su divina santidad, pero la satisfizo al pagar el precio del pecado. El precio fue la muerte, y el perfecto Cristo lo pagó por completo. Como resultado del sacrificio de Cristo, Dios puede ofrecer perdón y vida eterna como un regalo; un regalo que fue comprado con un precioso precio. Es el deseo moral de Dios que todos acepten ese regalo.

Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida en rescate por todos (1Timoteo 2:3-6).

Es más, el juicio de Dios contra el pecado ha sido «pospuesto» para que todos tengan tiempo de responder.

El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá (2 Pedro 3:9-10).

No hay ningún justificativo para rechazar a Cristo. A un pastor amigo le agrada expresarlo de esta manera: “Si rechaza a Cristo, esté seguro de contar con una buena excusa verdadera porque será la que esgrima cuando se presente ante Dios el día del juicio”. Es la voluntad moral de Dios que todos confíen en Cristo. Es la voluntad soberana de Dios de que quienes lo hacen tengan vida eterna.

Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:40).
¿Intenta usted vivir de acuerdo a la voluntad de Dios? El primer paso de obediencia es volverse a Dios en arrepentimiento y recibir su salvación a través de la fe en Cristo. Si jamás lo hizo, mejor será que deje por un momento de leer este artículo para expresar su fe en Dios en oración. Con cualquier palabra que exprese su confianza de corazón bastará.

LA RESPUESTA DEL CREYENTE A LA VOLUNTAD MORAL DE DIOS
La voluntad moral de Dios ha sido bien ilustrada como un sector encerrado en un círculo. El interior contiene todos los mandamientos y los principios que están moralmente aferrados al creyente. Cualquier pensamiento, actitud o acción que sea conforme a los imperativos escriturales es aceptable y agradable a Dios. Y cualquier pensamiento, actitud o acción que esté fuera de ese círculo es pecado (1 Juan 3:4). De manera que resulta de suprema importancia que el creyente aprenda por dónde pasa el perímetro de ese círculo. Jesús le dijo a sus discípulos: «Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis» (Juan 13:17, RVR 1960). La bendición de la obediencia es imposible si no se cumple el primer “si” (“Si sabéis estas cosas”).

En consecuencia, la primera responsabilidad del cristiano es la de conocer bien lo que incluye la voluntad moral de Dios. La fuente de ese conocimiento, según ya lo hemos enfatizado, es la Palabra de Dios. El proceso para obtener ese conocimiento incluye la lectura (1 Timoteo 4:13), cuidadosa reflexión (2 Timoteo 2:7), búsqueda e investigación (1 Pedro 1:10-11), diligencia en el estudio (2 Timoteo 2:15), meditación (Salmo 1:2; Josué 1:8), memorización (Salmo 119:11) y aprendizaje de maestros bíblicos talentosos (Filipenses 4:9; 1 Corintios 12:28-29; Gálatas 6:6). ¡Esto requiere de tiempo y esfuerzo! El estudioso de la Biblia debe esforzarse para progresar en su entendimiento, yendo de la leche de la verdad de Dios (apropiada para los niños) a la “carne” de la Palabra (que solo disfrutan los más maduros; 1 Corintios 3:1-4; Hebreos 5:12-14).

El creyente puede esperar que Dios obre en medio suyo para darle entendimiento mientras estudia. Pablo exhortó a Timoteo: “Reflexiona en lo que te digo, y el Señor te dará una mayor comprensión de todo esto” (2 Timoteo 2:7). El Espíritu Santo de la verdad no obra para iluminar el significado de la Biblia fuera de nuestro estudio diligente sino por medio de él.

FIN TERCERA PARTE

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