LA TESIS.
PRINCIPIOS PARA TOMAR DECISIONES
EL CAMINO DE LA SABIDURíA
1.
Cuando Dios ordena algo, debemos obedecer.
2.
Cuando no hay una orden, Dios nos da la libertad (y la responsabilidad)
de escoger.
3. Cuando
no hay una orden, Dios nos da sabiduría para elegir.
4.
Cuando hemos escogido lo que es moral y sabio, debemos confiar en
que el soberano Dios hará que todos los detalles obren para bien.
En el
clásico libro de C.S. Lewis, The Silver Chair (La silla de plata), estaba en
juego algo mucho más importante que la nota de un examen. El gran León Aslan le
asignó a Jill y a Eustace la tarea de hallar al príncipe perdido. En esta
aventura llena de peligros contarían con la ayuda de Puddleglum, el Marshwiggle
(una criatura imaginaria). Aslan les promete tener éxito si siguen con cuidado
cuatro señales. Esas cuatro indicaciones debían ser aprendidas, memorizadas,
creídas y obedecidas. Tenían que ensayarlas todas las mañanas, todas las tardes
y mientras iban por el camino. Se les dice que nada más importa. El mundo a su
alrededor podrá ser engañoso, pero si creen en las señales podrán avanzar con
éxito. En un momento emotivo del libro, el príncipe perdido pide algo “en el
nombre de Aslan”, (la última señal) Temen obedecer, pero Puddleglum sabe lo que
debe hacer, viva o muera. Confiando en la promesa de Aslan actúa ante el ruego
del príncipe. El malvado encantamiento se rompe Y ¡el príncipe es rescatado!
Ya sea que
estemos haciendo un examen o rescatando a un príncipe cautivo, seguir las
instrucciones es la clave del éxito. El mismo principio se aplica a nuestra
vida espiritual. Las instrucciones de Dios son siempre justas y resisten una
lectura minuciosa. Esas instrucciones, claramente establecidas en la Biblia,
constituyen la voluntad moral de Dios.
La
voluntad moral de Dios es la guía perfecta y completa para la fe y la práctica
del cristiano. La mayoría de los libros cristianos se ocupan de la voluntad
moral de Dios. Los comentarios bíblicos interpretan la voluntad moral de Dios
tal como está en las Escrituras. Los libros sobre teología y doctrina organizan
la voluntad moral de Dios en varios temas y categorías. Los libros sobre ética
luchan con la aplicación adecuada de la voluntad moral de Dios a las
situaciones complejas de la vida real. Los libros de meditaciones nos inspiran
a seguir la voluntad moral de Dios en la vida diaria.
2”
En Romanos
2:18. Dirigiéndose a los judíos incrédulos, el apóstol Pablo dijo: “tú que
conoces su voluntad... porque eres instruido por la ley” En esta declaración,
Pablo no podía haber estado hablando de la voluntad soberana de Dios (que no
puede conocerse), ni de su voluntad individual (que ni se revela en la ley ni
la descubren los creyentes). En cambio, Pablo estaba hablando de la voluntad
moral de Dios. Eso es porque en la ley, la voluntad moral de Dios y sus
requisitos son revelados a todos los judíos, tanto creyentes como incrédulos.
De nuevo,
en 1 Tesalonicenses, Pablo equipara en forma directa la voluntad de Dios con
las órdenes morales específicas. Por ejemplo,
la santificación de la vida, incluso la
pureza sexual, se llaman “la voluntad de Dios” (4:3) y “den gracias a Dios en
toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”
(5:18). (La “voluntad de Dios” puede en realidad acompañar a toda la lista de
órdenes escuetas que preceden de forma inmediata la orden de dar gracias (5:12-17).
LA MORAL ES BUENA PERO EL AMOR ES MEJOR
Elegí el
término moral para describir la voluntad revelada de Dios. Podría haber
empleado otra palabra para describir este aspecto de la voluntad de Dios: una
palabra usada por Jesús cuando fue duramente presionado por sus oponentes:
Y
Él le dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y
CON TODA TU MENTE.
Este
es el grande y el primer mandamiento.
Y
el segundo es semejante a éste: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.
De
estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-40 LBLA).
La palabra
clave es, por supuesto, amor .Cada mandamiento de la voluntad moral de Dios es
una expresión específica de la gran orden de amar. El amor es la base y la
motivación para todas las otras órdenes. Nuestro amor por Dios y las personas
es la base para “toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40). El mayor
mandamiento no es el primero en importancia, pero todos los demás “depende de él”.
Como lo expresa el apóstol Pablo: “Quien ama al prójimo ha cumplido la ley
(Romanos 13:8)” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 5:14)”. En resumen
alguien llego a la siguiente conclusión: “La ley es lo que haría el amor”.
¿Cómo
podemos entender esta orden de amar en términos prácticos? Jesús lo declaró de
esta manera en su famosa regla de oro: “Por eso, todo cuanto queráis que os
hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley
y los profetas.” (Mateo 7:12).
La guía
que Dios provee a través de su voluntad moral es más penetrante de lo que
muchos creen. La abundancia de esta provisión es vivamente apreciada cuando
exploramos las cuatro facetas distintivas de la voluntad moral de Dios.
DE TAL PADRE TAL HIJO
Primero,
la voluntad moral de Dios es la expresión, en términos de conducta, del carácter
de Dios. Quizás, la declaración más sucinta de la expectativa divina es la cita
de Pedro del imperativo del Antiguo Testamento: «Sean santos, porque yo soy
santo» (1Pedro 1:16; Levítico 11:44-45). Ahora bien, ¿cómo puedo guiar mi vida
para llegar a ser «santos en todo lo que hagan» (1 Pedro 1:15)? Obedeciendo la
voluntad moral de Dios, la cual como Dios mismo, es «santo, justo y bueno»
(Romanos 7:12). Para decirlo de otra manera, los hijos de Dios deben demostrar
el parecido familiar siendo obedientes a la voluntad del Padre (Efesios 5:1;
1Juan 5:3).
Resulta
irónico que lo que Satanás procuró usurpar (“Seré semejante al Altísimo” (Isaías
14:14)) y tentó a Eva a procurar (“llegarán a ser como Dios” (Génesis 3:5)) ha
sido parte del designio de Dios para la humanidad desde el principio. Siendo
creados a la imagen de Dios, Adán y Eva ya eran “como Dios”. Su propósito para
ellos era que reflejaran la semejanza del Creador a un nivel finito (Génesis
1:26-31).
No es
menor el propósito que define a la «nueva criatura» de Dios (2 Corintios 5:17)
que por medio de la actividad redentora y regeneradora del Altísimo, está
siendo progresivamente renovada y al final se ajustará precisamente a la imagen
del Creador (Colosenses 3:10; Romanos 8:29). La capacidad y los recursos que la
gente necesita para manifestar el carácter de Dios han sido garantizados por su
divina gracia (2 Pedro 1:3-4). En consecuencia, una de las motivaciones más
frecuentes y fundamentales para la vida piadosa en el Nuevo Testamento es el
recordatorio de cómo es Dios. En forma específica, los siguientes rasgos están
entre los que deben caracterizar al creyente porque están presentes en el
Altísimo: santidad (1Pedro 1:15-16), justicia (1Juan 3:7); pureza (t Juan 3:3);
amor (Efesios 5:1-2); perdón (Colosenses 3:13); compasión (Lucas 6:36); perseverancia
(Hebreos 12:2-4), sumisión (1 Pedro 2:21-24), humildad y obediencia (Filipenses
2:5-8), bondad (Lucas 6:35) y generosidad al dar (2 Corintios 8:1-9).
Segundo,
Dios en su gracia nos ha dado a conocer su voluntad moral, que está revelada en
su totalidad en la Biblia, nuestra absoluta e inapelable autoridad para la fe y
para la práctica (2 Timoteo 3=16-17; Hebreos 1:1-2). Tuvo autoridad para
Jesucristo (Mateo 4:4-10; 5:18; 22:29) y sus apóstoles (2 Pedro 1:19-21). (Ver
“preguntas frecuentes” al final del presente capítulo donde ampliaremos el
tema.)
Tercero,
si la voluntad moral de Dios es la expresión de su carácter, entonces
deberíamos esperar que gobernara mucho más que solo la conducta exterior. Los
imperativos de la voluntad moral de Dios afectarán todos los aspectos y las
situaciones de la vida porque prescriben los objetivos, motivos y actitudes del
creyente tanto como sus acciones. Por decirlo de otra manera, Dios no solo se
preocupa de lo que hacemos sino que le preocupa de la misma manera por qué lo
hacemos y cómo lo hacemos. El propósito, el proceso y el producto, todo está
dirigido por su divina voluntad moral. Es más, le da forma a la perspectiva de
la realidad que tiene el creyente, lo que sirve de contexto para que tome las
decisiones.
EL FIN Y LOS MEDIOS
Estas
generalidades se comprenden mejor a través de las cosas específicas. De manera
que daremos una mirada más cercana a la orientación que Dios nos ha dado en las
Escrituras en cuanto a nuestras metas, nuestras actitudes y nuestros medios
para conseguir nuestros objetivos, además de nuestro cuadro de referencia para
tomar decisiones.
Los
objetivos o metas, por naturaleza, son más generales que las órdenes acerca de
la conducta. En las Escrituras, los objetivos primarios del creyente reflejan
los propósitos divinos para sus hijos durante su vida en la tierra. Un buen
ejemplo de la voluntad de Dios en cuanto a nuestros objetivos la hallamos en 1
Pedro 4:10-11:
Cada uno ponga al servicio de los
demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en
sus diversas formas. El que habla, hágalo como quien expresa las palabras
mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder
de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria
y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Aquí, la
meta final del creyente es glorificar a Dios en todas las cosas ( 1 Corintios
10:31; 2 Corintios 5:9; Colosenses 1:10). Luego se establecen los objetivos
intermedios para llegar a ese fin, como por ejemplo: el ministerio a los demás
(“servirse los unos a los otros” 1 Corintios 10:23; Romanos 14:19) y el
cumplimiento de las responsabilidades dadas por Dios (“como buenos administradores”;
Efesios 5:22-6:9; Gálatas 6:9-10). Otras tareas importantes que se indican en
otras partes incluyen la evangelización de los perdidos (1 Corintios 10:31-33;
2 Pedro 3:9) y la producción de fruto espiritual y buenas obras (Juan 15:8; 1
Corintios 6:12; Efesios 2:10; Colosenses 1:10). Dichas instrucciones establecen
con claridad la voluntad moral de Dios para nuestra vida. Cuando el cristiano
adopta esos imperativos como metas personales, cuenta con una orientación
concreta que puede aplicarse incluso a situaciones que pueden no estar
expresadas en forma directa en las Escrituras. Por ejemplo, al plantearse una
oportunidad, el creyente puede discernir con claridad las opciones formulándose
la siguiente pregunta: Si acepto esta oportunidad, ¿me ayudará o me dificultará
para conseguir las metas dadas por Dios? De manera similar, una elección entre
dos o más opciones debería generar este interrogante: ¿Qué opción potenciará al
máximo el cumplimiento de mis objetivos espirituales?
Un segundo
aspecto de la vida en el que recibimos la guía de la voluntad moral de Dios
revelada es la de las actitudes. Las exhortaciones escriturales que requieren
actitudes que honren a Dios son innumerables. El cuadro de más abajo solo
representa una parte de estas instrucciones y se ofrece como motivador para el
estudio personal del lector.
LA
VOLUNTAD DE DIOS PARA NUESTRAS ACTITUDES
ES
|
NO ES
|
PASAJES CLAVE
|
Amor
|
Lujuria
|
Marcos 12:28-31;Romanos
14:13-19;1 Cor.13:1-3; Rom.13:14
|
Dependencia
|
Independencia
|
Proverbios 3:5-6; Gálatas 5:16
|
Humildad
|
Orgullo
|
Santiago 4:6; Fil. 2:5.8
|
Gratitud
|
Engreimiento
|
Colosenses 3:17
|
Conciencia
limpia
|
Culpa
|
Romanos 14:22-23
|
Integridad
|
Irresponsabilidad
|
Colosenses 3:17, 22
|
Diligencia
|
Dejadez
|
Colosenses 3:23
|
Entusiasmo
|
Coacción
|
1 Pedro 5:2
|
Generosidad
|
Egoísmo
|
1 Timoteo 6:17-19
|
Sumisión
|
Alabanza personal
|
1 Pedro 5:5-6
|
Valor
|
Cobardía
|
Juan 16:33,
Mateo 10:26-28
|
Satisfacción
|
Avaricia
|
Hebreos 13:5, Filipenses
|
Una tercera
área gobernada por la voluntad moral de Dios es la de los medios que los
cristianos usan para lograr sus metas. La mayoría de las decisiones que
permiten las Escrituras y la mayoría de las preguntas en cuanto a tomar
decisiones y la voluntad de Dios, en realidad concierne a los medios para un
fin; porque pocas de nuestras actividades se hacen porque sí. Estas forman
parte de un proceso general por el cual intentamos cumplir nuestros planes. En
ese sentido, una elección disparatada como qué calzado ponerse y escoger con
quién uno ha de casarse son decisiones relacionadas con los medios. Ambas
tienen que ver con el cumplimiento de los objetivos personales.
La
voluntad moral de Dios para los medios adecuados para conseguir nuestras metas
pueden agruparse en dos principios generales: primero, los medios deben ser
bíblicamente legítimos; es decir que no deben apartarse de la voluntad moral de
Dios revelada (Efesios 5:1-14); segundo, los medios deben ser sabios; es decir
que el creyente no debe tomar una decisión que sabe que es necia (Efesios
5:15-17; comp. Lucas 14:28-32).
Como
ninguna decisión se toma en forma aislada, el grado con el que procuramos metas
piadosas con actitudes correctas y acciones sabias estará en gran medida
determinado por nuestra perspectiva de la vida. En especial, el cristiano cuya
visión del mundo está determinada por las Escrituras tendrá una conciencia de
su propia identidad diferente de la del mundo. El conocimiento de ser amado por
Dios con un amor que uno no hizo nada por obtener (y que tampoco puede perder,
Romanos 8:31-39), hará que enfrente la vida con un profundo sentido de
seguridad. La conciencia de que Dios lo ha equipado para participar de manera
significativa en la concreción de sus propósitos divinos y eternos (Efesios
2:10; 1 Pedro 4:10-11) le brinda una visión clara de su valía personal. El
fuerte sentido de seguridad e importancia en Cristo libera al cristiano de
motivaciones de autopromoción al tomar decisiones y así puede concentrarse más
en las necesidades de los demás (Filipenses 2:1-5).
Otros
pasajes recuerdan al cristiano que tiene una tarea que cumplir para Dios dentro
del territorio enemigo (Efesios 6:12), que la vida física en este mundo es
preparatoria para la “vida real” en el cielo y que lo que invierte para Dios
ahora será pagado con intereses más tarde (Mateo 6:19-21; Romanos 8:18; 2
Corintios 4:17). Y él reconocerá que las fuerzas invisibles y los recursos celestiales
están involucrados a su favor siempre que busque cumplir la voluntad de Dios
sobre la tierra (Hebreos 1:14; 11:1; 2 Reyes 6:16-17).
La
voluntad moral de Dios insiste con que nos resistamos a permitir que el mundo
moldee nuestro punto de vista (Romanos 12:2). En cambio, debemos «caminar por
fe» (2 Corintios 5:7) y ver nuestra vida, y nuestras decisiones, a través de
los «lentes» de la palabra de Dios.
En resumen: como la voluntad moral de Dios
prescribe nuestras metas, actitudes, acciones y perspectiva, toca así cada
aspecto y situación de la vida.
Por último, como la Biblia expresa el carácter
de Dios, contiene la revelación completa de Dios en cuanto a la fe y la vida, y
toca cada aspecto y situación de la vida, es capaz para equipar a los creyentes
para toda buena obra. Esto lo indica de manera explícita el apóstol Pablo:
Toda la
Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para
corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté
enteramente capacitado para toda buena obra (2 Timoteo 3=16-17).
En
contraposición, las tradiciones humanas no tienen esta autoridad y con
frecuencia desvían a las personas de la voluntad moral de Dios animándolos a
violarla (Mateo 15:1-6; Colosenses 2:8,16-23).
LA
DECISIÓN MÁS IMPORTANTE
Es la
voluntad moral de Dios que cada persona crea en Cristo y tenga vida eterna. Es
probable que su interés genuino en las cosas espirituales lo haya movido a leer
este libro, pero no tiene seguridad de vida eterna. Creer en la existencia de
Dios no alcanza; lo que se necesita es un corazón que confíe en Cristo. La
diferencia es como quien cree en los médicos y quien confía en su médico para
que lo intervenga quirúrgicamente. Lo primero es recomendable, lo segundo puede
salvarle la vida.
Dios no
tiene baja autoestima por lo que necesite el incentivo de muchas personas que
afirmen que existe. La existencia de Dios no se alterará según sea el
porcentaje de personas que creen o no creen en Él. El tema es el pecado del
hombre. La santidad de Dios fue violada, y el castigo justo es la ira de Dios. El
amor de Dios no pasa por alto su divina santidad, pero la satisfizo al pagar el
precio del pecado. El precio fue la muerte, y el perfecto Cristo lo pagó por completo.
Como resultado del sacrificio de Cristo, Dios puede ofrecer perdón y vida eterna
como un regalo; un regalo que fue comprado con un precioso precio. Es el deseo
moral de Dios que todos acepten ese regalo.
Esto
es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean
salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida en
rescate por todos (1Timoteo 2:3-6).
Es más, el
juicio de Dios contra el pecado ha sido «pospuesto» para que todos tengan
tiempo de responder.
El
Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más
bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino
que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá (2 Pedro 3:9-10).
No hay
ningún justificativo para rechazar a Cristo. A un pastor amigo le agrada
expresarlo de esta manera: “Si rechaza a Cristo, esté seguro de contar con una
buena excusa verdadera porque será la que esgrima cuando se presente ante Dios
el día del juicio”. Es la voluntad moral de Dios que todos confíen en Cristo.
Es la voluntad soberana de Dios de que quienes lo hacen tengan
vida eterna.
Porque
la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él,
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:40).
¿Intenta
usted vivir de acuerdo a la voluntad de Dios? El primer paso de obediencia es
volverse a Dios en arrepentimiento y recibir su salvación a través de la fe en
Cristo. Si jamás lo hizo, mejor será que deje por un momento de leer este artículo
para expresar su fe en Dios en oración. Con cualquier palabra que exprese su
confianza de corazón bastará.
LA RESPUESTA DEL CREYENTE A LA VOLUNTAD MORAL
DE DIOS
La
voluntad moral de Dios ha sido bien ilustrada como un sector encerrado en un
círculo. El interior contiene todos los mandamientos y los principios que están
moralmente aferrados al creyente. Cualquier pensamiento, actitud o acción que
sea conforme a los imperativos escriturales es aceptable y agradable a Dios. Y cualquier
pensamiento, actitud o acción que esté fuera de ese círculo es pecado (1 Juan 3:4).
De manera que resulta de suprema importancia que el creyente aprenda por dónde
pasa el perímetro de ese círculo. Jesús le dijo a sus discípulos: «Si sabéis
estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis» (Juan 13:17, RVR 1960). La
bendición de la obediencia es imposible si no se cumple el primer “si” (“Si sabéis
estas cosas”).
En
consecuencia, la primera responsabilidad del cristiano es la de conocer bien lo
que incluye la voluntad moral de Dios. La fuente de ese conocimiento, según ya
lo hemos enfatizado, es la Palabra de Dios. El proceso para obtener ese conocimiento
incluye la lectura (1 Timoteo 4:13), cuidadosa reflexión (2 Timoteo 2:7), búsqueda
e investigación (1 Pedro 1:10-11), diligencia en el estudio (2 Timoteo 2:15), meditación
(Salmo 1:2; Josué 1:8), memorización (Salmo 119:11) y aprendizaje de maestros
bíblicos talentosos (Filipenses 4:9; 1 Corintios 12:28-29; Gálatas 6:6). ¡Esto
requiere de tiempo y esfuerzo! El estudioso de la Biblia debe esforzarse para
progresar en su entendimiento, yendo de la leche de la verdad de Dios (apropiada
para los niños) a la “carne” de la Palabra (que solo disfrutan los más maduros;
1 Corintios 3:1-4; Hebreos 5:12-14).
El
creyente puede esperar que Dios obre en medio suyo para darle entendimiento mientras
estudia. Pablo exhortó a Timoteo: “Reflexiona en lo que te digo, y el Señor te
dará una mayor comprensión de todo esto” (2 Timoteo 2:7). El Espíritu Santo de
la verdad no obra para iluminar el significado de la Biblia fuera de nuestro
estudio diligente sino por medio de él.
FIN TERCERA
PARTE
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